En la editorial denominada “Mark & Steve”, Eugenio Tironi argumenta,
con razón, que existen factores de la personalidad que impulsan a los
individuos a emprender. Tironi relaciona aspectos biográficos y de la
personalidad para explicar el éxito de emprendimientos como Apple y
Facebook. Los aspectos personales son relevantes, pero también hay
aspectos psicológicos, sociológicos, económicos y de gestión. La
naturaleza del emprendimiento es dinámica, holística y por lo tanto
compleja. Tironi comete un error al decir que los emprendedores son unos
geniecillos especiales. El emprendimiento se puede enseñar y tiene
poco que ver con la estructura de la personalidad. Jobs y Zuckeberg son
excepciones, no reglas generales.
En cualquier lugar del mundo el 97% de la actividad emprendedora son
pequeños negocios que no son Apple, pero que constituyen el tejido
económico y social que sustenta el desarrollo económico local. Muchos de
estos emprendimientos surgen de procesos sistemáticos de enseñanza y
aprendizaje. Y el 3% más dinámico (los mas grandes) tampoco son fruto de
genios excepcionales sino de sofisticados proyectos de I+D que juntan
actores del mundo académico, privado y público en el contexto adecuado
(¡el contexto si importa!).
La acción emprendedora es resultado de la interacción entre una
oportunidad, el costo personal de perseguir esa oportunidad, y el
contexto donde la oportunidad y el emprendedor se encuentran. Sabemos
que mientras mas altos son los sueldos promedios en una ciudad, menor es
la tasa de emprendimiento. La acción emprendedora no ocurre en el
vacío, sino en un contexto. Tampoco los
emprendedores actúan solos, son equipos de personas con personalidades
complementarias. Finalmente, hay una dimensión personal que influye la
decisión de alguien de emprender. El motivo puede ser altruismo puro o
el deseo de demostrarle al mundo de lo que es capaz.
En resumen, para que un negocio se inicie, se requiere alguien dispuesto
a cambiar la vida que llevaba hasta entonces y que se configure una
oportunidad que valga la pena la inversión de energía. Todo esto en un
contexto favorable que respete la propiedad privada y no exagere al
castigar el fracaso y la incertidumbre. Es ese contexto, la educación
para el emprendimiento puede ayudar, y mucho.
Cómo todo en la vida, las personas pueden aprender a descubrir y
explotar oportunidades. Siempre habrá alumnos buenos y malos, pero quien
puede refutar la idea de que que aquellos que reciban capacitación en
cómo estructurar un equipo de ventas tendrán mas probabilidades de éxito
que aquellos que no (ceteris paribus)
con razón, que existen factores de la personalidad que impulsan a los
individuos a emprender. Tironi relaciona aspectos biográficos y de la
personalidad para explicar el éxito de emprendimientos como Apple y
Facebook. Los aspectos personales son relevantes, pero también hay
aspectos psicológicos, sociológicos, económicos y de gestión. La
naturaleza del emprendimiento es dinámica, holística y por lo tanto
compleja. Tironi comete un error al decir que los emprendedores son unos
geniecillos especiales. El emprendimiento se puede enseñar y tiene
poco que ver con la estructura de la personalidad. Jobs y Zuckeberg son
excepciones, no reglas generales.
En cualquier lugar del mundo el 97% de la actividad emprendedora son
pequeños negocios que no son Apple, pero que constituyen el tejido
económico y social que sustenta el desarrollo económico local. Muchos de
estos emprendimientos surgen de procesos sistemáticos de enseñanza y
aprendizaje. Y el 3% más dinámico (los mas grandes) tampoco son fruto de
genios excepcionales sino de sofisticados proyectos de I+D que juntan
actores del mundo académico, privado y público en el contexto adecuado
(¡el contexto si importa!).
La acción emprendedora es resultado de la interacción entre una
oportunidad, el costo personal de perseguir esa oportunidad, y el
contexto donde la oportunidad y el emprendedor se encuentran. Sabemos
que mientras mas altos son los sueldos promedios en una ciudad, menor es
la tasa de emprendimiento. La acción emprendedora no ocurre en el
vacío, sino en un contexto. Tampoco los
emprendedores actúan solos, son equipos de personas con personalidades
complementarias. Finalmente, hay una dimensión personal que influye la
decisión de alguien de emprender. El motivo puede ser altruismo puro o
el deseo de demostrarle al mundo de lo que es capaz.
En resumen, para que un negocio se inicie, se requiere alguien dispuesto
a cambiar la vida que llevaba hasta entonces y que se configure una
oportunidad que valga la pena la inversión de energía. Todo esto en un
contexto favorable que respete la propiedad privada y no exagere al
castigar el fracaso y la incertidumbre. Es ese contexto, la educación
para el emprendimiento puede ayudar, y mucho.
Cómo todo en la vida, las personas pueden aprender a descubrir y
explotar oportunidades. Siempre habrá alumnos buenos y malos, pero quien
puede refutar la idea de que que aquellos que reciban capacitación en
cómo estructurar un equipo de ventas tendrán mas probabilidades de éxito
que aquellos que no (ceteris paribus)